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LA ACCIÓN DE LA LUZ
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PRÓLOGO Este es un diario sobre mi vida respecto a la verdadera conversión que Dios nos pide a nosotros. A veces pensamos que “sí nos convertimos” pero que seguimos haciendo exactamente lo mismo, nos quedamos en un mismo lugar como si camináramos en círculos de una manera interminable, con las mismas faltas, mismos errores y mismas cargas que nos hacen pesado el camino de nuestras vidas. Soy Farid Moad y les estaré narrando este testimonio, soy diseñador gráfico y apasionado en hacer muchas cosas como dibujar, escuchar música, jugar fútbol americano, jugar videojuegos, tomar fotografías artísticas, me fascina aprender cosas nuevas y los retos del día a día que tiene mi profesión. Soy una persona común al igual que tú y al igual que ustedes. Fue a la edad de 7 u 8 años cuando con una acción tan simple de corazón, yo le pedí a Dios que me diera todo el dinero del mundo para darle de comer a mi familia y a mis amigos. Puedo decir en tono bromista que nuestro Señor no se toma a la ligera estas consagraciones y las conserva para siempre, que en este caso fue para mi buena fortuna. De pequeño veía cosas “normales” pero que ahora no lo son debido a que Dios me ha estado quitando esta benda de los ojos, esta benda espiritual que tanto se menciona en el Evangelio y que actualmente he recordado esa consagración. Soy el mediano de la familia. Tengo 3 hermanos en total, 2 hermanas y 1 hermano. Mi papá falleció cuando tenía 20 años y mi mamá aún vive. Estas situaciones que menciono que eran “normales” pero que ahora no lo son, sucedieron de una manera muy importante alrededor de los 13 y 14 años y otra más a los 19. Puntualizo la primera que sucedió a los 13 años donde había olvidado mi cuaderno de matemáticas en la secundaria que contenía la mayoría de mis trabajos por presentar en días posteriores a la evaluación del año. No tenía esperanza alguna, era la última clase de la tarde y era clase mixta donde el único conocido que tenía era una prima, no nos sentábamos muy cercanos entre uno y el otro. Cuando llegué a mi casa y me percaté del olvido, me preocupé demasiado, fue tal el susto que sabiendo la importancia del cuaderno y lo que debía presentar, implicaría ser reprobado en matemáticas, eran las tareas de la mayoría del año las que iban a evaluar y yo lo había perdido todo. Me acosté en mi cama, con la luz apagada, muy preocupado, me puse en oración y le dije a Dios: ¡Por favor, ayúdame con mi cuaderno de matemáticas, no sé dónde quedó y si no lo presento reprobaré la materia! No terminé de pronunciar la frase en mi mente cuando sonó el teléfono de mi casa, contestó mi mamá y me dijo - te habla tu prima - Yo me levanté de la cama muy extrañado por su llamada, al contestar me dijo - oye, se te olvidó tu cuaderno de matemáticas, yo lo tengo - En verdad no sé cómo describir esa sensación en la que terminé agradeciendo a Dios por ese grandísimo milagro, en verdad no había terminado la frase o petición que antes aquí menciono cuando sonaba el teléfono y sucedió lo que ahora describo. La otra situación que sucedió a los 14 años, fue que yo quería ir al estadio a ver un partido de fútbol con selecciones internacionales, era una copa o evento que rara vez se organizaba en nuestro país y mucho menos en nuestra ciudad, una de mis hermanas había conseguido los boletos para todas las rondas pero eran solo para una persona, les pregunté a mis papás si podía ir y me dijeron rotundamente que no, les comenté que iban a ir unos primos y un tío aunque fueran en otra zona. Eso sucedió en la noche; me acosté deseando fervientemente que sí me dieran permiso de ir, le pedí a Dios con muchísima insistencia y al día siguiente me dieron el permiso. Quizá es algo muy absurdo pero que recuerdo como si fuera ayer.A los 19 años, fueron tres sucesos que me marcaron demasiado, son cosas que no son comunes, una fue un sueño; el estar profundamente dormido, ver todo obscuro, ninguna luz, escuché una voz que decía - VEN, VEN CONMIGO - No era un gr
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